ARCANO

ARCANO quiere bucear en la memoria de un pueblo.

Nace de una visión, la mañana que descubre en un viaje por los alrededores de Valencia de Alcántara, las formas primitivas y telúricas de unos dólmenes, signos de una civilización desaparecida que perdura es estas soberbias e improvisadas esculturas.


Al componer ARCANO, Rades sentirá la fluencia y la inspirada emoción de esos paraísos perdidos.

ARCANO es la música de lo ancestral: las cuevas de Maltravieso, de Monfragüe, los castros de Aliseda o Aldeacentenera, y, en definitiva, una crónica de los días de Viriato.

Desde un ángulo estrictamente musical, consiste en sugerir la arqueología más íntima de esos sustratos culturales. Rades utiliza para ello un código de sílabas que reconstruye (de manera fictica, por supuesto) la lengua de los mundos evocados, y cuya combinación tiene un fin puramente eufónico. No va más allá de tomar como símbolo la representación silábica aplicada a una partitura.

En otros momentos de ARCANO, el texto es motivado. AMBATU, por ejemplo, está formado por una inscripción en lengua celtibérica encontrada en Arroyo de la Luz y documentada en el Corpus de Inscripciones Latinas de la Provincia de Cáceres.

Rades combina en ARCANO el uso de sintetizadores, ordenadores, luces rojas y pinturas rupestres.







Quienes se acerquen a estas músicas se preguntarán bajo qué ley ha dispuesto el autor sus estructuras melódicas. Grosso modo, se tratade una serie de piezas que asimilan tres influen­cias: lo arábigo, lo mediterráneo y, en mayor medida, lo lusitano.

En sí mismo el ARCANO, desde un prisma estrictamente musical, consiste en suge­rir la arqueología más intima de tres paraísos perdidios. Sin embargo, los conceptos de composi­ción no distan de los esquemas de la música con­temporánea .

La novedad reside asimismo en el singular libreto de que se sirve el compositor: un código de sílabas que reconstruye —de manera ficticia, por supuesto,- la lengua de los mundos evocados, y cuya combinación tiene un fin puramente eufónico: no va más allá de tomar como símbolo la represen­tación silábica aplicada a una partitura.

La síntesis de este sistema musical no es sino una pasión, un manifiesto telúrico.

J.M.B. / I.H.